Uno de los temores más grandes de los docentes y revisores de textos es el demonio del plagio. Ya sea por “desconocimiento” de las formas de citación, o por el descaro con que algunos se apropian, no solo de las ideas, sino de los textos literales de otros, el plagio existe y es un fenómeno que aparentemente ha aumentado en los últimos años (yo creo que se ha descubierto, que siempre ha estado ahí, pero solo hasta ahora le estamos dando la importancia que merece).
Desde hace algunos años, cuando el escándalo llenó el mundo académico y hasta algunas universidades revocaron títulos de doctorado al verificar que había tesis plagiadas casi en su totalidad, nos hemos obsesionado con el tema. Tanto si somos lectores o revisores, como si somos autores, no podemos evitar preguntarnos por la originalidad de un texto, en el primer caso, o por si nuestros escritos han sido copiados, en el segundo.
Cuando uno es lector o revisor, una frase ronda nuestra mente: “si está demasiado bien escrito, hay que sospechar”.
Tampoco es para volverse paranoico, pero cuando uno encuentra un documento muy bien redactado, más si es de un estudiante que durante el transcurso de la asignatura no ha brillado por su habilidad para redactar o presentar un contenido coherente, uno no puede evitar que la sospecha anide en la mente.
¿Entonces qué hacer?
Recurrir a alguna herramienta que nos permita identificar si nuestras sospechas son ciertas o infundadas.
En la actualidad existen muchas herramientas: desde los software antiplagio con altísimos costos que generalmente son comprados por universidades o empresas, hasta los aplicativos online gratuitos llenos de publicidad y con montones de condiciones.
La pregunta es: ¿cuáles y qué tan efectivos son?
Eso depende del software y del objetivo del examen al documento.
Uno de los que mejor me ha funcionado es el URKUND. Este es un servicio de pago que generalmente compran las universidades o las empresas. Trabaja bajo licencia: permiten un número de consultas determinadas. Esta herramienta compara el documento de interés con millones de páginas web, muchas bases de datos académicas y documentos analizados previamente. Entre los resultados anuncia el plagio (si existe) y el posible plagio si halla algún documento similar. Es confiable, la desventaja es que no está al alcance de todos por su alto costo.
Otra opción muy parecida a la anterior es PlagScan. También es de pago y aunque frecuentemente tiene opciones de compra para instituciones, también permite el registro de personas que pagan según la cantidad de páginas o palabras. Realiza búsquedas en páginas web, bases de datos académicas y documentos propios.
CopyCatch, más que ser un detector de plagio, es un detector de copia. Se basa en la lingüística forense y busca patrones lingüísticos en el documento de interés y otros en la web y bases de datos. También es de pago y funciona como detector de copia y traducción literal (otra forma menos famosa de plagio, pero igual de dañina).
Plag.es es una opción online que señala detalladamente el plagio en caso de hallarlo. Es una herramienta de pago: después de la suscripción se puede recargar (como si de tratara de una tarjeta de teléfono) y utilizar el sado para revisar los documentos. Permite acumular cierto crédito (poco) si se comparte la herramienta en redes como Facebook y Twitter, entre otras.
Plagius es un software para descarga e instalación en el ordenador. Es económico, pero la desventaja es que solo compara con textos de internet y no en bases de datos.
Plagium es otra opción conocida. Es gratuito solo si el texto contiene menos de 5000 palabras, de otro lado, hay que pagar por página: no es costoso, tiene unos planes de pago y permite incluso la comparación entre documentos. La búsqueda se realiza en la web, dejando de lado bases de datos académicas u otros documentos, por lo cual es bastante restringido. Permite la búsqueda en una página web determinada, por ejemplo si sospechamos que un documento ha sido tomado de un sitio específico. Al registrarse en la página, se puede conseguir una mayor capacidad de búsqueda, pero sigue siendo limitado a la web.
Plagiarisma es uno de los detectores de plagio más conocidos en la Red. Es gratuito y se puede pegar el texto, cargarlo desde un archivo (con extensiones TXT, HTML, RTF, MS WORD DOC, DOCX, PPTX, XLSX, XLS, PDF, ODT, EPUB, FB2) o tomarlo desde el Drive de Google. Si el usuario se registra en la página, puede además comparar dos documentos para identificar si hay copia entre uno y otro. La desventaja es que solo busca en páginas web, pero no en bases de datos académicas, lo que implica que si el plagio viene de un documento especializado es más difícil detectarlo.
Dupli Checker, EduBirdie, Quetext, Noplag, SearchEngineReports y ThePensters funcionan igual que Plagiarism Checker, con la diferencia que no permite la carga de documentos, sino únicamente la copia en el cuadro de diálogo.
En pocas palabras, la efectividad o no de estos detectores de plagio depende de la herramienta en sí y lo que queramos encontrar. Si el texto plagiado es de una página en internet o una publicación de fácil acceso, muy rápidamente cualquiera de las herramientas gratuitas o de bajo costo podrían funcionar. Por otro lado, si el texto pertenece a una publicación especializada, lo mejor es comprar la licencia que permita buscar en un motor mucho más especializado.
Actualización: 03/08/2021
Una lectora, Amelia, me cuenta que en WebSite Planet hay un post titulado 5 Free Online Plagiarism Checkers – Which Works in 2021 en el que se hace una análisis más profundo de 5 herramientas para detectar plagio. Los invito a que puedan ir allí y leer el post directamente.
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